sábado, septiembre 29, 2007

Se vio a sí misma proyectada en una pantalla de cine; se vio desde lejos, como un personaje de una historia que no fuera la suya.

De la necesidad compulsiva de actuar, del mandato interior de trabajar constantemente, pasó a sumirse en una sensación de continuidad tranquila en la que no es necesaria acción alguna.

El ángel se vio apartado de su vida, desprendido de ella, y se sintió libre y vacío, en calma absoluta, con el único deseo de no moverse ni hacer nada en toda la eternidad.