jueves, octubre 25, 2007

Perdidos en éste viaje, que planearon para tres días, ninguno de ellos mencionaba nada referente al tiempo, porque parecía que se hubiera hecho un hueco en él, un remanso en el que su corriente no fluía, sino que pasaba al lado, rozándolo, pero sin alterarlo.

Vivían como en un sueño lúcido, con sensaciones muy nítidas y a la vez algo irreales o, al menos, ésta duda les sorprendía a veces, sin mucho estrépito, pero con suficiente intensidad como para detener dos segundos más las manos al tocar las piedras, o la arena o el agua, como para asegurarse de su existencia.

Cada uno podía notar en los demás éste estado, pues se hacía patente que todos sabían y comprendían.

El santo pensó que quizá fuera ésta la manera de percibir el mundo que tienen los animales.

De pronto, el tiempo se puso a cero. Todo ha terminado y todo comienza.

Nos hemos desprendido de la vida que arrastrábamos pesadamente, para empezar de nuevo, limpios, libres de aquella carga.

Ella pensó en el calendario y, en vez de imaginar la sucesión de días como una condena, una repetición de rituales cotidianos y duro trabajo agotador, vio horas para disfrutar, y se le hacían pocos los meses del año.

Incrédulamente sonrió para sí, sorprendida de aquel cambio, tan trascendente como ningún otro acontecimiento podía ser.

Fin

miércoles, octubre 10, 2007

Después de varios días de intensa inactividad varados en aquella cala, decidieron recorrer alguna ruta para recuperar un poco la verticalidad y se dirigieron al camino del volcán.

Tras de sí dejaron el ya familiar paisaje árido y plano que lo dominaba todo, salvo la franja de costa, para adentrarse en un camino que se abría de pronto, como una puerta a otro mundo, con una vegetación y una orografía completamente distintas.

Dominaban el blanco y el verde; el primero para la tierra, algunas rocas y los troncos de los árboles, y el verde y verde amarillo para las hojas, e incluso un pájaro que se presentó ante ellos a modo de recibimiento al principio del camino.

Las plantas se les hacían extrañas, por su abundancia y por sus formas; parecía una vegetación primitiva, del tipo que suele haber en un suelo volcánico, que daba un aire de sueño al paseo, en aquel entorno poblado por seres poco familiares a la vista.

A los lados se fueron viendo cada vez más rocas negras y rojas, que se mezclaban a veces y se empujaban unas a otras. El óxido de hierro embellecía aún más y hacía más frescos los verdes.

La nitidez de los sonidos, sobre el profundo silencio, evidenciaba la bendita escasez de presencia humana; salvo por nuestros pasos, pájaros, algún insecto, lagartijas y no sé qué más fauna, se escuchaba habitar tranquilamente aquel reino, apacible y raro.

Tras un par de kilómetros alcanzamos un lugar en el que el camino terminaba en una extensión cóncava salpicada de arbustos y sobre todo de rocas oscuras, por donde seguimos caminando, y al seguir con la vista el entorno girando sobre nosotros mismos, pudimos ver que estábamos en medio del inmenso cráter del volcán que buscábamos, inactivo desde hacía milenios y que había dado lugar a aquel extraño jardín que lo reodeaba...

martes, octubre 09, 2007

Así pasaron tres días de paz. Tumbada en la arena, refugiada en una sombra, escribiendo cosas en su libreta -que, por supuesto, no dejaba ver a los demás y que los tenía muertos de curiosidad- y bañándose en aquella playa solitaria. Parecían estar en el paraíso.

Escribió:

“Se ha abierto un vacío.

Aprovechemos para ver la vida desde un nuevo punto de vista.

Cuando no sé que hacer, hago algo, ¡lo que sea! y realmente hay un nuevo comienzo.

Hay que partir de cero.

Se acabó todo.”

Y escribió:

“Los momentos de alegría, estados fugaces que podrían definirse como de esperanza, entusiasmo por el futuro, ilusión, curiosidad, tranquilidad, todo mezclado en un segundo; tengo la teoría de que proceden directamente de una sensación de bienestar físico, de vitalidad rebosante y alegre; de hecho tengo ganas de bailar durante todo el día; diga lo que diga mi mente, mi cuerpo quiere bailar. Mi mente tiene ideas suicidas y mi cuerpo quiere bailar, ¡qué curioso!”

Y escribió:

“Parece ser que siempre habrá personas que, a pesar de las dificultades de la vida, crean o sientan que ésta es algo esencialmente bueno.


En el lado contrario, están los que ven los momentos de paz como raros acontecimientos y la tristeza como el color de fondo de toda pequeña alegría.

A algunos les toca vivir en agonía constante y no pueden creer que exista nadie verdaderamente feliz, creen que les engañan o que se engañan a sí mismos. Ninguna circunstancia externa puede cambiar éste “defecto” del alma.

“Ellos – los demás- saben algo que yo no sé”, decías. Ese secreto, está encerrado en la pequeña píldora que tienes que tomar todos los días, porque sin ella vuelves a conectar con tu visión triste, insoportablemente triste, que te hace incapaz de sobrellevar la vida ni la más mínima obligación, que te hace ser tan desconsiderado con todo el mundo. “Distimia”, te dijo el psiquiatra, “un trastorno del ánimo”, “no te preocupes, puedes medicarte de por vida y así estarás bien”. Todo parece tan fácil. Quizás yo sería feliz y triunfadora si hubiera para mí una pastilla, una cada día, que me hiciera ver que la vida merece la pena.

Sólo creo en éste momento, en el que todo me acaricia, el sol se comporta como un dios,.. .y el mar.. y la tierra, y empiezo a comprender las antiguas religiones.

lunes, octubre 08, 2007

A la mañana siguiente, un impulso se hizo hueco en la mente de ella, plasmar estas sensaciones; buscó una pequeña libreta que siempre llevaba consigo y empezó a escribir:

“Podría empezar por cualquier parte. Todo es puro azar.

Retomar el curso de mis pensamientos es más difícil que elegir cualquier palabra. Por ejemplo ángel, por ejemplo, desvalimiento o dulzura y con éstas tres ya tengo una imagen de ti.

Pero hay más cosas: poder. Hay un poder en tu fragilidad que procede de ella misma, de la fuerza perdida que aún brilla en tu forma de mirarme.

Veo en tu rostro el tiempo avanzando y retrocediendo como si sucesivamente fuera el de un joven y el de un anciano; veo la persona que fuiste vibrando bajo tu piel y en tu mirada y soy yo quien te contempla con más fascinación.

Soy yo quien se siente atrapada tratando de captar todas las expresiones de tu cara o buscando tus ojos que sí son azules, sí son mares, sí son interrogadores, sí adoran, sí hablan.

Me parece ver a través de tí a quien tú eres, lo que tú eres, y creo que te miro como si nunca antes hubiese visto una persona."



sábado, septiembre 29, 2007

Se vio a sí misma proyectada en una pantalla de cine; se vio desde lejos, como un personaje de una historia que no fuera la suya.

De la necesidad compulsiva de actuar, del mandato interior de trabajar constantemente, pasó a sumirse en una sensación de continuidad tranquila en la que no es necesaria acción alguna.

El ángel se vio apartado de su vida, desprendido de ella, y se sintió libre y vacío, en calma absoluta, con el único deseo de no moverse ni hacer nada en toda la eternidad.

domingo, julio 22, 2007

El ángel quedó tácitamente adherido al grupo, pues uno y otros estaban contentos de la mutua compañía, y su aspecto inofensivo, desvalido, le hacía parecer casi incorpóreo. “Estoy hecho de luz y azúcar”, decía en broma. Su inclinación hacia la mujer era patente; la miraba con insistencia y, con una sonrisa suave, procuraba estar pendiente de cualquier necesidad de ella.

No parecía percatarse de la evidente diferencia de edad que había entre los dos, de unos veinte años, aunque por su aspecto se podría pensar que era aún mayor. Sin embargo su actitud era tan correcta y dulce que ella se sentía halagada de su atención.

Pensó si realmente algo la obligaba a salir de viaje; había cierto estado de inercia en ella antes de tomar ésta decisión y tuvo que esforzarse, sabiendo que era necesario, que luego habría lamentado no haberlo hecho.

Necesitaba hacer un paréntesis en su vida, para poder tomar nuevas perspectivas de todo, para refrescar la mente y dar una oportunidad al destino para sorprenderla.

Y así fue, estaba contenta de haberse puesto en movimiento. Y con éstos pensamientos se durmió.

miércoles, abril 04, 2007

El paisaje es ahora completamente árido, con lomas pardas de distintos tonos y delante, acercándose, una franja azul que se va ensanchando, prometiendo una recompensa a la fatiga y el calor del viaje.

Crece la expectación ante la llegada. Por fin estirar las piernas y tumbarse en la playa desierta, enmarcada por formaciones de rocas volcánicas, que incita a ser explorada.
Tras un breve descanso, disfrutando de la brisa, empiezan a pasear, cada uno en sí mismo, embriagados por la pureza del aire y la sensación directa del sol suave de la tarde en la piel, la blanda frescura de la arena mojada y la visión del mar meciéndose con su rumor poderoso, que llena los oídos y no deja lugar, en éste momento, a ningún pensamiento intruso.

El anochecer les sorprendió entretenidos todavía en éste estado, y tuvieron que apresurarse a montar el refugio donde habían de pasar la noche.

lunes, marzo 12, 2007

Viaje al Cabo

También él parecía compartir el modo de vida ocioso de los otros dos hombres. Era un hecho llamativo, para la mujer hormiga, ver cómo crecía el número de socios del club del mínimo esfuerzo a su alrededor y temió seriamente el contagio.
Pero no era momento de luchar contra el destino; éste fin de semana se había concedido el privilegio de dejarse llevar, de probar el abandono de los demás, sólo momentáneamente, pues en su caso estaba más que justificado tomarse un descanso.

Esto era algo infrecuente, y era capaz de ver que tenía serios problemas para dejar de trabajar, de hacer cosas.
Incluso, a veces, el agotamiento había llegado a hacer mella en su salud.
Por todo esto se relajó, pensando que llevaba mucha ventaja, en cuanto a esfuerzo, a todos sus acompañantes, y respiró hondo, deleitándose en la tregua que se había concedido a sí misma, sintiendo una corriente de simpatía por los tres, como si su desidia vital fuese para ella un bálsamo, una cura dulce que ahora necesitaba y que le producía una especie de embriaguez, de voluptuosidad gatuna.

sábado, marzo 10, 2007

Viaje al Cabo

Se acerca a la ventanilla y los tres estamos de acuerdo, sin necesidad de decirlo, en que parece un ángel.
Pregunta si podemos llevarle y no tenemos dudas, se sienta detrás con el santo.
Emprendemos el camino, ¿cómo te llamas? Vemos que es bastante mayor; su rostro está surcado de arrugas y tiene profundas ojeras un poco enrojecidas. Tiene el cabello abundante y revuelto, de color rubio oscuro, algo canoso y dominando la cara unos ojos de grandes pupilas azules, un poco entornados por la sonrisa, que nos cautivan inmediatamente. No tiene cejas ni barba; sus manos son pequeñas y gesticula con delicadeza…, o tal vez le falta fuerza. Da una sensación de fragilidad peligrosa, como si fuera muy vulnerable, y habla con un acento extraño, parecido al francés.

El ángel pregunta cosas sobre el viaje. Cortésmente y apenas con dos palabras se dirige a la mujer; de forma casi imperceptible establece un lazo con ella, con un hilo sutil parecido al de la araña; aunque su conversación se desarrolla con el santo, que le ofrece motivos para hablar de sí mismo: “¡Cuando yo llegué a éste país, era normal hacer auto-stop!”. Es cierto, hoy esto es una rareza, a juego con lo extraño de su persona. Y los tres amigos se vieron a sí mismos, cada uno a su manera, también muy peculiares, a juego con el ángel.

miércoles, marzo 07, 2007

Viaje al Cabo

El más joven de nosotros tiene menos de treinta años y un aire de santo, tanto por su aspecto físico como por sus maneras. Habla tranquilamente, bromea, no parece preocuparse por nada y desprende esa especie de luz que tienen algunos mendigos. No sé de qué vive pero parece contento.
El conductor es su mejor amigo; aunque tiene quince años más que él es bastante juvenil y comparten los dos esa calma que tienen los que no hacen nada.

Insomne


Ella, sin embargo, se consume de ansiedad, tiene insomnio y está llena de manías. Se reprocha continuamente por lo que no ha conseguido y se duele de cuánto le ha costado lo poco que tiene en la vida, que no es apenas nada. Y para ello, años de sacrificio, trabajo y problemas. Y no parece que esto vaya a cambiar. Es su forma de ser, busca la lucha.

Sus nuevos amigos parecen llevar mucho tiempo aplicando una filosofía completamente distinta: la del mínimo esfuerzo. Esto los hace un poco sospechosos a los ojos de ella, una persona de acción.

Perdida la mirada en el horizonte y en una nube difusa de pensamientos, a lo lejos divisa una figura detenida mirando a los coches que pasan.
Al acercarse se dan cuenta de que no trata de parar a ninguno, y también de que la figura es la de un hombre de edad indefinida
y extremadamente delgado, cuya sonrisa se va haciendo nítida y se convierte en un saludo cuando se paran ante él, como si les hubiera estado esperando.

domingo, enero 28, 2007

Éste mismo viaje es una pequeña aventura, un capricho de placer, pero al fin y al cabo se dirige a un lugar desconocido acompañada de dos personas que prácticamente también lo son.
Se da cuenta de este hecho con una ráfaga de viento que entra por la ventanilla y piensa de sí misma que es muy confiada.
No obstante, su intuición, su mejor consejera, le dice que está en buena compañía .Y es cierto.

Hay un clima de alegría, aunque estamos más bien callados. Reina la tranquilidad, también a causa del cansancio por el madrugón. No tardaremos en llegar.

lunes, enero 08, 2007

AVISO IMPORTANTE:

Esta es una historia ficticia. Aunque se desarrolla en lugares reales, éstos se han transformado a conveniencia de la autora y ni los personajes, ni las historias que se relatan se refieren a nadie real. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.


VIAJE AL CABO


Tres personas viajan en un coche. A una de ellas le importa mucho su vida.
Piensa, mientras observa la carretera, en su propio camino, lleno de esfuerzos, de logros y de fracasos, pero siempre sugerente incitando a buscar nuevos obstáculos que superar, retos e incluso podría decirse,
aventuras que acabaron con mayor o menor fortuna, pero que dejaron tras de sí la costumbre y el deseo cada vez más vivo de seguir buscando.