miércoles, mayo 26, 2010

martes, mayo 25, 2010

ESFERAS CONCÉNTRICAS

Anoche me quedé dormida; había cerrado los ojos para no ver y caí en el sueño. Dentro de él todo era placentero, salí de la inconsciencia sintiendo la blandura y la suavidad de la cama. Pero al empezar a recobrar lucidez esta se hizo sobre la nada. No había adonde regresar del sueño; mecánicamente la mente buscaba referencias y no había nada, salvo absoluta desorientación. Un impulso urgente me hizo traspasar alguna frontera, donde se vislumbraban destellos confusos sobre mi identidad o mi vida, pero que eran ecos de un mundo onírico, aunque la vigilia ya era completa. Desesperadamente, el mismo impulso me llevó a traspasar otro umbral y al llegar al otro lado sobrevino una oleada de terror, un caos confuso de ideas que se movían en círculos violentamente, como en un tornado, se presentaban sin control. Pasé a un intento consciente de ordenar los pensamientos para elegir entre ellos cual era una referencia a la realidad y empecé a darme cuenta con incredulidad de que el terror era la referencia, esa era la realidad, eso es lo que mi mente no quería ver, tratando de dejar mi consciencia dentro de una serie de esferas o cajas concéntricas. Finalmente la realidad era demasiado horrible. Ahora estoy despierta con ella.

jueves, mayo 20, 2010

Wicked game

El hombre se queja de su corazón, se tortura con terribles pensamientos, sufre y se ahoga, llora a veces y se pierde. Cuidadosamente se introduce agujas en el pecho cada día; se ocupa en dejarlas bien clavadas y se asegura de que cada una toca una terminación nerviosa.
El hombre tiene una voz suave, tranquila, como de hombre adulto. Él, sin embargo cree que es un niño pequeño.
El hombre tiene unas manos largas y delicadas, con finos dedos y piel suave como su voz. Con ellas se aprieta la garganta para no gritar. Con ellas urde una fina tela de araña que lo aparta sutilmente del resto de las personas, que no pueden tocarle aunque lo intenten. Con ellas intenta él tocar la vida y no lo consigue. El mundo está afuera y su ruido le llega amortiguado por el eco de su propio dolor.
A veces el hombre escucha voces a lo lejos que le llaman. Levemente levanta la vista y le parece ver a alguien que grita airado. Se esconde asustado más al fondo de su madriguera. No se da cuenta de lo que dicen las voces porque en sus oídos susurra un angel de muerte.
El angel está hecho de espuma, es frágil y mira al hombre con sus bellos ojos blancos. El hombre no aparta la mirada ni un momento.