jueves, mayo 20, 2010

Wicked game

El hombre se queja de su corazón, se tortura con terribles pensamientos, sufre y se ahoga, llora a veces y se pierde. Cuidadosamente se introduce agujas en el pecho cada día; se ocupa en dejarlas bien clavadas y se asegura de que cada una toca una terminación nerviosa.
El hombre tiene una voz suave, tranquila, como de hombre adulto. Él, sin embargo cree que es un niño pequeño.
El hombre tiene unas manos largas y delicadas, con finos dedos y piel suave como su voz. Con ellas se aprieta la garganta para no gritar. Con ellas urde una fina tela de araña que lo aparta sutilmente del resto de las personas, que no pueden tocarle aunque lo intenten. Con ellas intenta él tocar la vida y no lo consigue. El mundo está afuera y su ruido le llega amortiguado por el eco de su propio dolor.
A veces el hombre escucha voces a lo lejos que le llaman. Levemente levanta la vista y le parece ver a alguien que grita airado. Se esconde asustado más al fondo de su madriguera. No se da cuenta de lo que dicen las voces porque en sus oídos susurra un angel de muerte.
El angel está hecho de espuma, es frágil y mira al hombre con sus bellos ojos blancos. El hombre no aparta la mirada ni un momento.

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