domingo, julio 22, 2007

El ángel quedó tácitamente adherido al grupo, pues uno y otros estaban contentos de la mutua compañía, y su aspecto inofensivo, desvalido, le hacía parecer casi incorpóreo. “Estoy hecho de luz y azúcar”, decía en broma. Su inclinación hacia la mujer era patente; la miraba con insistencia y, con una sonrisa suave, procuraba estar pendiente de cualquier necesidad de ella.

No parecía percatarse de la evidente diferencia de edad que había entre los dos, de unos veinte años, aunque por su aspecto se podría pensar que era aún mayor. Sin embargo su actitud era tan correcta y dulce que ella se sentía halagada de su atención.

Pensó si realmente algo la obligaba a salir de viaje; había cierto estado de inercia en ella antes de tomar ésta decisión y tuvo que esforzarse, sabiendo que era necesario, que luego habría lamentado no haberlo hecho.

Necesitaba hacer un paréntesis en su vida, para poder tomar nuevas perspectivas de todo, para refrescar la mente y dar una oportunidad al destino para sorprenderla.

Y así fue, estaba contenta de haberse puesto en movimiento. Y con éstos pensamientos se durmió.

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