miércoles, marzo 07, 2007

Viaje al Cabo

El más joven de nosotros tiene menos de treinta años y un aire de santo, tanto por su aspecto físico como por sus maneras. Habla tranquilamente, bromea, no parece preocuparse por nada y desprende esa especie de luz que tienen algunos mendigos. No sé de qué vive pero parece contento.
El conductor es su mejor amigo; aunque tiene quince años más que él es bastante juvenil y comparten los dos esa calma que tienen los que no hacen nada.

Insomne


Ella, sin embargo, se consume de ansiedad, tiene insomnio y está llena de manías. Se reprocha continuamente por lo que no ha conseguido y se duele de cuánto le ha costado lo poco que tiene en la vida, que no es apenas nada. Y para ello, años de sacrificio, trabajo y problemas. Y no parece que esto vaya a cambiar. Es su forma de ser, busca la lucha.

Sus nuevos amigos parecen llevar mucho tiempo aplicando una filosofía completamente distinta: la del mínimo esfuerzo. Esto los hace un poco sospechosos a los ojos de ella, una persona de acción.

Perdida la mirada en el horizonte y en una nube difusa de pensamientos, a lo lejos divisa una figura detenida mirando a los coches que pasan.
Al acercarse se dan cuenta de que no trata de parar a ninguno, y también de que la figura es la de un hombre de edad indefinida
y extremadamente delgado, cuya sonrisa se va haciendo nítida y se convierte en un saludo cuando se paran ante él, como si les hubiera estado esperando.

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