lunes, octubre 30, 2006


Lo que sea, lo que sea.... La situación no permite demoras.
Es necesario actuar - a lo mejor da resultados increíbles-, teniendo en cuenta el grado creciente de locura que está alcanzando el sujeto.
El sujeto. El objeto del experimento. Para todos es alguien normal. Mejor aún, quizá un fracaso, lo cual lo hace parecido al común de los mortales.
El experimento. Sabemos hace tiempo que sometiendo a un sujeto X, durante períodos aún por determinar, a ciertas condiciones de exposición a la vida, éste puede efectuar cambios radicales e imprevisibles en su organización neuronal.
La pena es que solemos perder la pista del sujeto, puesto que la primera consecuencia del ensayo es que suele irse de viaje.
Dado el número de problemas que plantea el seguimiento de las cobayas en su periplo por países exóticos (pues se ha comprobado su preferencia por éste tipo de destinos), se han realizado numerosos intentos de llevar a cabo las experiencias en condiciones que hicieran imposible éste tipo de huida.
El resultado ha sido que, si bien el procedimiento facilitaba la observación, sólo se conseguía que la cobaya iniciara un proceso de autofagocitación irreversible, cuya solución aún no hemos logrado hallar.
El sujeto así convertido en autófago no respira, no ingiere alimentos, no ve, no oye ni piensa como sus semejantes, rechazando todo lo que procede del exterior como pernicioso; por tanto se puede decir que efectivamente, y en el más estricto sentido, se alimenta de sí mismo.
La autoaniquilación es la consecuencia última del proceso, haciendo necesario……

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